🗽La Revolución de las Arepas: Cuando un pueblo dijo basta
La Pequeña Venecia, un país perdido en el Caribe, llevaba décadas sumida en una dictadura opresiva bajo el férreo mando de Don Moros, un caudillo cuya ambición y corrupción no tenían límites. Pero la historia estaba a punto de cambiar.
El despertar de una nación
Corina Parisca, una joven economista exiliada, había regresado a su tierra natal con un sueño: liberar a la Pequeña Venecia de las garras de la tiranía. Carismática y decidida, Corina rápidamente se convirtió en el símbolo de la esperanza para millones de costarricenses. A través de las pocas radios y periódicos independientes que aún funcionaban, así como de las nacientes redes sociales, Corina difundía un mensaje de unidad y cambio.
El fraude electoral y la chispa de la revolución
Cuando Don Moros, con su característico uniforme militar y su sonrisa falsa, se autoproclamó vencedor en unas elecciones claramente amañadas, la paciencia del pueblo se agotó. Las calles de la capital se llenaron de manifestantes que coreaban el nombre de Corina y exigían democracia.
La plaza principal se convirtió en el epicentro de la revuelta. Desde un balcón, Corina se dirigió a la multitud: “¡Pequeña Venecia ha despertado! ¡No permitiremos más mentiras, más corrupción, más opresión! ¡Don Moros debe irse!” La multitud respondió con un rugido ensordecedor.
La represión y la resistencia
El General en Jefe apodado “El Padrino”, el fiel lugarteniente de Don Moros, ordenó a sus tropas reprimir la protesta. Los gases lacrimógenos y las balas llenaron el aire, pero la multitud no retrocedió. La imagen de Corina, rodeada de manifestantes pacíficos, se difundió rápidamente por el mundo, generando una ola de solidaridad internacional.
A pesar de la brutalidad de la represión, el movimiento de resistencia no se detuvo. Cientos de ciudadanos se unieron a las protestas, creando barricadas en las calles y enfrentándose a las fuerzas del orden. Los medios de comunicación, controlados por el régimen, intentaban ocultar la realidad, pero las redes sociales se convirtieron en un arma poderosa para la oposición.
El fin de una era
La situación en Pequeña Venecia se volvió insostenible. La economía estaba colapsando, el turismo se había desplomado y el país se encontraba al borde de una guerra civil. Incluso algunos miembros del ejército, cansados de la corrupción y la violencia, decidieron desertar y unirse a la resistencia.
Ante la inminencia de su caída, Don Moros y “el Padrino” huyeron del país, dejando atrás un legado de miseria y destrucción. Corina Parisca, la mujer que había desafiado a un dictador, fue elegida presidenta en unas elecciones libres y democráticas.
Un nuevo amanecer
La tarea de reconstruir Pequeña Venecia sería larga y difícil. La corrupción había arraigado en todas las instituciones, y la economía estaba en ruinas. Sin embargo, Corina y su equipo estaban decididos a construir un país más justo y equitativo. Con la ayuda de la comunidad internacional, Pequeña Venecia comenzó a levantarse de sus cenizas, convirtiéndose en un símbolo de esperanza para todos aquellos que luchan por la libertad y la democracia.